sábado, 3 de agosto de 2013

No hay noche sin estrellas. Siempre brillan en el firmamento , así no las veamos. Sin embargo, no existen. Fallecieron hace muchos años luz y lo que alcanzamos a ver es su brillo desde esta tierra donde vivimos. Pero entonces, ¿por qué iluminan nuestro recorrido? Simple: queremos que nos acompañen. Tengo dos estrellas muy especiales que transitan los caminos junto conmigo desde el cielo infinito. Son las luces estelares de Carmen Adela y Pedro Sabas, mis abuelos maternos. Ellos no me abandonan, siempre están. Jamás han dejado de estar. Un día, espero en no menos de treinta años,los acompañaré. Ahí estaré con ellos irradiando el camino de mis hijos y nietos.

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