martes, 31 de enero de 2017

EL MAJARETE VENEZOLANO CON POESÍA, AMOR Y OTROS INGREDIENTES





EL MAJARETE VENEZOLANO CON POESÍA, AMOR Y OTROS INGREDIENTES




Postre que nos dan a probar


tanto cocineros consagrados,


como señoras y señores de hogares adorados.


Cuando se saborea un poco, nuestro paladar


nunca más lo podrá olvidar.


Su contextura suave se desplaza


produciendo dulce delicia que nos acaricia.


LOS INGREDIENTES


El majarete se degusta en cualquier época del año sin hacerle al cuerpo ningún daño. Sin embargo, para nadie es un secreto esto: la Semana Santa y este platillo, con frecuencia, van tomados de la mano.


Para la religión es un plato profano, en realidad no se puede considerar villano y es del gusto de cualquier ser humano, inclusive de alguien de algún lugar muy lejano.


Sus dos ingredientes básicos son un coco y una taza de harina de maíz, siendo ambos elementos tan importantes y primordiales por lo que no son de ninguna manera rivales. Vieron la luz en nuestra América, considerados de los dioses goces y es por ello que los venezolanos los adoramos igual que lo hicieron nuestros coloniales niños, jóvenes y ancianos. Estos componentes son manjares de ufanos artesanos de su alteza la naturaleza.


Además de los ingredientes ya mencionados, hay otros más adicionados:


Se necesitan dos tazas de agua tibia y cristalina que nada más de verla alucina,


y cuando se prueba embelesa como si alguien te besara la cabeza.


Son obligatorias dos tazas de leche de vaca para que la mezcla no quede opaca.


Requieres de un cuarto de kilo de papelón, elemento esencial como en la limonada, es el limón. La panela como también se le llama es más natural que el azúcar, endulza de manera sana sin ser refinada industrialmente, ¡vaya información! Es para prestarle gran atención.


También se precisa de clavos de olor y polvo de canela, que dan la fragancia y el sabor que en una receta se anhelan.


Agrega un puntico de sal, lo cual te lo agradecerá cualquier comensal por no quedar el postre empalagoso negándole el cabal gozo.


LA PREPARACIÓN


No le dejes al coco la vestimenta marrón ni la negra tampoco. Quédate con su pulpa blanca que te volverá agua la boca.


Córtalo en cuadritos y licúalo con una taza de agua tibia, hasta la savia obtener para ponerla a valer.


Filtra esta primera mixtura y licúa el bagazo como un hechizo con la otra taza del vital líquido.


Obtendrás dos tazas de leche de coco, como si fuera poco.


Una de ellas se une sin pena a la harina junto con dos tazas de leche de vaca que la sed aplaca y se licúa de manera constante sin detenerse antes.


Lleva la mezcla al fuego lento y mantente atento, agrega los clavos de olor y la sal y así adquirirá el delicioso sabor ancestral.


Al empezar a hervir añádele el papelón y la otra taza de leche de coco, deja que hierva por quince minutos hasta que se convierta en una especie de atol, si hasta ahora todo está bajo control.


Derrama la mezcla sobre moldes de peltre no muy hondos y deja que cuaje y enfríe antes que el apetito arrecie.


Ya frío, haz que llueva canela en polvo sobre cada majarete en su molde y pide a tu familia que se acomode.


¡Ah!, casi se me iba a olvidar: reserva un platico para obsequiar a algún vecino con quien quieras cultivar amistad, te lo agradecerá y más nunca te abandonará.


















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