Natátil
La caminata bajo el
despiadado sol había sido larga. No tuvo otra alternativa. Los autos no se
detuvieron en ningún momento. Cada vez que sentía que un vehículo se
aproximaba, se alistaba para solicitar el aventón. Tal vez si hubiera sido
mujer, le hubiese bastado poner una pose algo sexy y listo. Pero el caso, es
que era un varón agotado y empapado en sudor. Nada más eso. Las sandalias se le habían roto y las dejó en
el camino por inservibles. Se detuvo unos instantes. Después de observar el
lugar, decidió sentarse sobre una roca cercana a unos matorrales a la orilla de
la carretera. Era preciso descansar y
tomar agua. Malas noticias: el envase que cargaba en su mochila se hallaba
vacío. No contaba ni con una gota del vital líquido. Vio sus pies. El maltrato
de los toscos pavimentos habían hecho un excelente trabajo. De pronto, escuchó
un suave ruido como de agua que corría. Se internó en la boscosidad y luego de
luchar contra la espesa y tupida selva,
frente a él estaba su regalo: un nítido
río. Ahora podía sumergirse y convertirse en el sujeto natátil que desde hacía
tres días, había soñado ser. Después continuaría su marcha hacia su meta: el
estado de Amazonas brasileño.
Ligia Álvarez