Diez minutos. Reseña
Ligia Álvarez
Diez minutos de Rafael García fue la obra ganadora del Premio Apacuana de Dramaturgia Nacional 2019. La pieza se estrenó el 20 de enero del año 2021. Es importante señalar que antes de esa fecha la Compañía Nacional de Teatro (CNT) la dio a conocer en formato audiovisual.
A mi parecer, Diez minutos es una obra posmoderna porque rompe con los cánones tradicionales. Está dividida en tres actos y cada uno presenta tres escenas. Cuando leemos el texto, nos percatamos de que su formato se asemeja a un guion audiovisual.
En la obra desfilan diecisiete personajes. El de mayor relevancia es Hombre I. Se encuentra en un lugar donde aguarda por algo que al principio se desconoce qué es. Posteriormente, descubrimos que ha tomado una importante decisión: dar fin a su vida. Por eso contrata los servicios de una empresa especializada en proporcionar las herramientas para alcanzar tan drástico objetivo.
El hombre es visitado por varios personajes. Los visitantes son la madre, un maestro, un sacerdote y una mujer que ejerce el oficio más antiguo de la humanidad, entre otros. La presencia de estos contactos nos permite darnos cuenta de que este individuo ha tenido una vida llena de desilusiones. Fue abandonado por su progenitora. Recibió maltratos por parte del maestro. Además, se nos revela que tiene un total rechazo hacia la religión, al punto de correr al sacerdote. La prostituta es quien toca temas de profundidad que lo hacen reaccionar hacia lo que podría ser su salvación.
Según mi punto de vista, esta obra guarda intertextualidad con el texto teatral Prohibido suicidarse en primavera del dramaturgo español Alejandro Casona. En el mismo, los personajes acuden a un hospital donde supuestamente recibirán apoyo para morir. En realidad, es una apariencia. Lo que se busca en el sitio es la reconciliación con la vida por parte de “los pacientes". El mensaje es optimista. Lo contrario sucede en Diez minutos. Ahí no hay reconciliación que valga. Aun cuando, el mensaje podría calificarse como pesimista, nos permite reflexionar sobre la experiencia que denominamos vida.
La obra en formato de video está disponible en el canal de YouTube de la CNT. El elenco lo encabeza Omar Churión, acompañado por Ludwig Pineda, María Brito, Trino Rojas, Adriana León y Yurahy Castro. La Dirección de Arte está a cargo de León Padilla y la Dirección Artística de Luis Vicente González. El equipo humano conformado para hacer posible con éxito los aspectos técnico, producción, iluminación, música y escenografía realizó una excelente labor, materializada en la recreación minimalista de una atmósfera fría donde no se puede esperar otra cosa que no sea la muerte. (23 de Julio de 2025)
Crítica teatral sobre el espectáculo Yo soy Fedra
En el marco del Festival Internacional de Teatro Progresista 2025, La Galería de Arte Nacional abrió sus puertas para presentar el monólogo Yo soy Fedra del grupo El teatro La Morena de Uruguay. Dicha obra teatral cuenta con la dramaturgia y dirección de Marianela Moreno. Está actuada por Noelia Campos, con la colaboración del músico Lautano Moreno, quien con su guitarra eléctrica acompaña el sonido de una cinta que deja escuchar una melodía tipo rock latino.
Este espectáculo conjuga la tragedia Fedra del dramaturgo francés Jean Racine, con una temática actual. Fedra es hija de Minos y Pasifae. Teseo se casa con ella en segundas nupcias. Sin embargo, su interés se centra en Hipólito, su hijastro. Como el joven no le corresponde, inventa una historia de violación. Teseo pide a los dioses un castigo para su hijo, el cual es concedido. Fedra se arrepiente y opta por el suicidio. Es esta una tragedia en la que la pasión, el destino, el arrepentimiento y la muerte están presentes.
Los temas de la tragedia clásica no tienen que ver con la temática de esta pieza. ¿Qué tiene en común la tragedia con la vida de una mujer contemporánea? Tal vez la vida de esta mujer es una tragedia, un drama diría yo. La envuelve la soledad, el amor que se termina con el matrimonio, y la pasión que ya no es correspondida, como el amor de Fedra que no encuentra su realización en Hipólito. Uno de los dramas que acongoja a las mujeres de hoy es el paso del tiempo. El cuerpo cambia, la belleza se marchita y si el amor no es fuerte pronto buscará otro rumbo. Eso le sucede a la Fedra de hoy. Está obsesionada por alguien que ya no la quiere.
El recibimiento para los espectadores al entrar en la sala es el “no me quiere”, que el personaje canta una y otra vez. Mediante el rompimiento de la cuarta pared, invita al público a participar e involucrarse en su drama, incluso lleva hasta su lecho a un espectador. Mantiene la atención con el atrevimiento del semidesnudo como recurso para crear una atmósfera de intimidad, que a la vez sorprende, dentro de la escenografía que recrea su habitación conformada por una cama matrimonial, una peinadora, una lámpara y un espejo que le sirve para ver lo que no le gusta en su físico actual. En el lecho realiza unos movimientos que simulan una masturbación, que recrean el deseo sexual, la ausencia de pareja y la liberación de las tensiones que la soledad genera.
Esta es una obra ligera, sin más pretensiones que hacer pasar al público un buen rato entre reflexiones concernientes a la vida de una mujer contemporánea. Se emplea la música y se entrega a los asistentes pitos, máscaras y collares hawaianos para hacerlos cantar y bailar con el propósito de bajar la tensión del drama de Fedra.
En cuanto a la acústica, por no estar la puesta en escena en un teatro, sino en una sala de la galería, algunos parlamentos se pierden. Por eso creo que cuando una obra no se presenta en la sala teatral sino en otro espacio, se puede ganar y lamentablemente perder. Por eso es importante prestar atención al espacio escénico para que la obra crezca y no se disminuya.