sábado, 18 de febrero de 2023

El señor Signer Ligia Álvarez

 El señor Signer

Ligia Álvarez


El señor Signer de ochenta años estaba perdido. No sabía quién era ni en dónde se

encontraba. Tampoco recordaba cómo llegó allí. Pasaban automóviles a gran velocidad y el

único que caminaba era él. No había a quién preguntar. Tampoco eran visibles viviendas ni

comercios. Decidió caminar por un lado de la ancha y solitaria avenida para buscar alguna

señal, símbolo o imagen que lo orientara. Mientras marchaba usó la señal de pedir aventón,

pero no resultó. Los automovilistas no se detenían. Continuó su andar. Pudo atisbar un

inmenso cartel. Leyó: Amalr. La señalización indicaba que debía seguir derecho. No se detuvo.

Ahora, otra flecha mostraba doblar a la izquierda. Así lo hizo. Le fue posible observar el

símbolo de restaurante con la información adicional que revelaba que se encontraba a cinco

minutos. Claro, para él sería más el tiempo porque iba a pie. Llegó y se percató de que estaba

cerrado. Divisó una indicación de no acercarse. Al parecer ya no funcionaba. Prosiguió y se

topó con un gran monumento. Al parecer era un prócer que no conocía, o no recordaba. Miró el

cielo con indicios de lluvia. Continuó transitando y alcanzó a ver la señal de hotel. Estaba a diez

minutos. Cansado llegó y encontró un pequeño edificio. Ingresó. Fue allí donde lo pudieron

ayudar. Arribó la policía y después de algunas pesquisas, entraron los familiares a quienes

desconocía. Observó que cuando lo vieron, gritaron, aplaudieron y saltaron para demostrar

alegría. Corrieron hacia él, lanzándole besos al aire y exclamando: ¡Por fin te encontramos

sano y salvo, abuelito!

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