lunes, 3 de noviembre de 2025

Crítica teatral de Ligia Álvarez

La Quema de Judas: Crítica Teatral

Por Ligia Álvarez

 


 

El pasado viernes 14 de noviembre de 2025, en el marco del Festival Nacional de Teatro, tuve la oportunidad de presenciar la obra de teatro dirigida por Rufino Dorta y basada en la pieza dramática "La Quema de Judas" de Román Chalbaud.

Asistir a esta representación, que por cierto no es la primera vez que veo, me hizo rememorar la lectura de "Mientras Agonizo", una novela del escritor estadounidense William Faulkner. En aquella obra, los personajes y los acontecimientos giran alrededor del ataúd que arrastran, el que contiene a la madre fallecida.

De manera similar, en "La Quema de Judas", los eventos presentes y pasados ocurren en torno al féretro de Jesús, hijo de la Señora Santísima (representada por Dora Farías), una mujer dedicada a vender estampitas de santos a la entrada de la iglesia. Mediante flashbacks, la trama revela la trágica razón de la muerte de Jesús, así como el fallecimiento de su otro vástago, José. La obra se centra en el terrible sufrimiento de una madre que carga con la doble pérdida de sus hijos a causa de hechos sangrientos.

José, un soldado raso, fue la primera víctima durante un alzamiento militar. Es posible que Chalbaud se haya inspirado para este personaje en El Porteñazo —el alzamiento militar contra el gobierno de Rómulo Betancourt ocurrido en Puerto Cabello en 1962—, una inferencia que se apoya en la fecha de estreno de la pieza, acaecida en 1964. Jesús, (Omar Churión) el segundo hijo, fue, en cambio, víctima del mundo delictivo en el que se involucró.

 

Las actuaciones fueron, en general, buenas. No obstante, noté que a los actores que interpretaban a los delincuentes a veces les resultaba difícil ser entendidos. Si bien representaban muy bien su papel de "malandros" o criminales, su discurso en ocasiones se perdía, y las expresiones empleadas no llegaban a los oídos del público porque resultaban ininteligibles.


A la actriz que representó a La Danta (Angélica Rinaldi) le hizo un buen trabajo; solo le recomendaría proyectar más la voz, ya que algunos de sus parlamentos también se perdieron.

 

No hubo tiempo para el aburrimiento ni para dormirse. El ritmo de la obra se mantuvo elevado todo el tiempo, salvo por un instante en el cual se notó que decayó. Sin embargo, el final sorprendente, un desenlace que nadie esperaba, borró por completo ese detalle, dejando al público atónito, satisfecho y conmovido.

Chalbaud realiza una grave denuncia sobre la corrupción que se extiende desde las esferas más altas, codeándose con la política, hasta llegar a las personas marginadas de la sociedad. Los criminales pobres pagan con su vida o con la cárcel, mientras que los delincuentes de "cuello blanco" salen ilesos (el doctor Altamira encarnado por el maestro Aníbal Grunn).

La obra también exhibe el sincretismo imperante en Venezuela: una mezcla de la religión católica con el culto a María Lionza, la tradición católica de la quema de Judas, y lo profano y obsceno, una característica peculiar y muy propia de Román Chalbaud.

Para cerrar esta crítica, es oportuno felicitarnos como espectadores por los buenos espectáculos que se están presentando en el Festival Nacional de Teatro.

Ligia Álvarez

 

 












LAS MÁRTIRAS

De Pablo García Gámez  

Crítica de Ligia Álvarez

 



El domingo 9 de noviembre de 2025 se presentó en la sala Horacio Peterson de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE) la obra “Las mártiras”. Esta pieza, una de las contenidas en el libro Querer ser de Pablo García Gámez, fue llevada a escena por el Centro Comunitario Pedro Zerolo.

Esta institución, fundada por Stephany Herrera, quien es por añadidura la directora del montaje, acompaña, forma y fomenta la comunicación entre las personas afectadas por el VIH. El nombre del centro honra a Pedro Zerolo, activista LGBT español nacido en Venezuela, quien falleció en 2015.

Querer ser, el título del libro que contiene la pieza, es un texto dramático que tiene que ver con un derecho humano fundamental: ser.  El nombre de la obra “Las mártiras”, es igualmente significativo. Si bien la Real Academia Española de la Lengua establece que el plural de mártir (tanto en femenino como en masculino) es mártires, Pablo García Gámez se toma la licencia de  jugar con la palabra. Este recurso imita al personaje La Barroca, quien a pesar de consultar constantemente su diccionario Larousse, comete errores lingüísticos como redundancias y exageraciones que provocan risa en el público. Un mártir o una mártir es aquel individuo que sufre por una injusticia o la privación de un derecho; y a veces, ese "querer ser" y atreverse a lograrlo cuesta la vida. Esta cruel situación es la presentada en la obra, y cabe señalar que el texto del dramaturgo ha sido respetado en su totalidad.
 
García Gámez denuncia de manera contundente una injusticia social: los seres humanos que son distintos al patrón moldeado por la sociedad deben librar una lucha que, en ocasiones, los condena a la soledad y a veces les cuesta la vida.

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Este es el caso de La Barroca y Amapola, las dos protagonistas. Ambas están unidas en la causa de buscar la tumba y el cuerpo de su amiga, una mujer transexual como ellas que ha sido asesinada. A lo largo de esta búsqueda, el espectador es testigo de cómo la sociedad las ha marginado por ser diferentes y por desear ser quienes su cuerpo e identidad les piden ser en realidad.

 

 


Ellas no hacen daño a nadie. Nadie hace daño a otro por simplemente ser. No obstante, la sociedad no lo asimila y rechaza a estas personas, empezando por la familia, que las oculta y se avergüenza de ellas. Tampoco se les permite usar una identificación con la que realmente se sientan representadas, obligándolas a seguir asumiendo un nombre que perciben como ajeno, pues no está en consonancia con su ser.


Esta es la tragedia que presenta “Las mártiras”, por querer ser quienes son. Lili, personaje referencial, ha perdido la vida porque el mundo en el que se mueve para alcanzar sus anhelos está plagado de peligros que se originan en el odio o el rechazo que la misma sociedad transmite a sus miembros.



 

 

 

 

 

 

 

García Gámez denuncia este grave problema social. Pese a la dureza de lo que allí se expone, el humor no está ausente, un ingrediente que considero importante en cualquier pieza teatral.

En mi opinión, la directora Estephany Herrera ha sido muy respetuosa con el texto de Pablo García Gámez y ha añadido toques que lo enriquecen, como la música, los bailes y el vídeo. Este último es un documental que retrata la realidad de estos individuos. Los actores Jhorman Vera y Luis Guillermo Martínez  representan sus respectivos personajes con naturalidad. Ambos proporcionan un toque encantador.

 

La conjunción de un buen texto, una buena dirección, excelentes actuaciones, la música, los bailes y el documental escogido, hacen que la hora de duración del espectáculo sea de gran disfrute. Aunado a eso, como el teatro es una labor colectiva, no se puede olvidar la excelente participación del personal técnico y de producción.

En resumen, “Las mártiras” expone un grave problema social, pero que no descuida el toque de humor, al mismo tiempo conduce al espectador a que se sensibilice por la situación de estos seres humanos marginados que merecen que se respete su derecho a ser.


  
“Un día de Julio” en un domingo de noviembre

Por Ligia Álvarez


El domingo 2 de noviembre tuve la oportunidad de asistir al Teatro San Martín de Caracas. Fue una visita que me generó una gran complacencia al constatar la recuperación de este emblemático espacio, tras un período de inactividad. El recinto vuelve a ser una valiosa opción cultural para el caraqueño del oeste, permitiéndole disfrutar del buen teatro.

La obra presentada fue "Un día de julio o ¡quién fuera Verne!", escrita y dirigida por José Luis León, e interpretada por los jóvenes del Taller Juvenil de la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Esta pieza, estrenada a principios del siglo XXI, ha sido revivida en 2025 para ofrecer una sana y necesaria distracción. Además, el espacio escénico, sugerido en una biblioteca, incentiva la lectura, al evocar el viaje imaginativo inherente a este hábito.

Escribir una obra para adolescentes, y que el público adulto también disfrute, es un desafío, pues requiere emprender un proyecto que ofrezca enseñanza y que al mismo tiempo resulte entretenido y placentero.

 

Esta propuesta toca temas cruciales, como la búsqueda de la verdad, inspirándose en la obra maestra de Julio Verne: Viaje al centro de la tierra.

En una era en la que lo digital, el internet y el streaming poseen gran relevancia, posicionar en la palestra a un discurso sobre bibliotecas constituye un gigantesco reto. La pérdida de una llave desencadena el conflicto y lleva a los jóvenes personajes a embarcarse en una travesía fantástica. Su búsqueda simboliza el viaje para alcanzar la sabiduría y la solidaridad. Solo lograrán su cometido si el trabajo es en equipo.

 

 

La puesta en escena estuvo amenizada por coreografías, canciones y parlamentos en coro, además del uso de marionetas. Estos elementos consiguen mantener al público alerta e interesado en las acciones desarrolladas por los personajes, a lo largo del lapso de duración del espectáculo.

El elenco, conformado totalmente por adolescentes, fue seleccionado recientemente, por lo que se contó con un breve período de ensayo. Sin embargo, pese a la limitación temporal, el reto fue superado. Este logro se debe, en gran medida, a la paciencia, las enseñanzas y la experiencia de su director/autor y del resto del personal técnico y artístico de la CNT.



Para estos jóvenes en proceso de formación ha sido una excelente oportunidad para estrenarse en el mundo escénico. Ellos representan el futuro del teatro venezolano. Por eso, se puede aseverar que el teatro en Venezuela no agoniza, sino que está renaciendo cada día en diversos espacios a lo largo y ancho del país, entre ellos el Teatro San Martín, ubicado en plena avenida a la altura del sector Artigas. El arte dramático perdurará mientras existan nuevas generaciones talentosas y expertos que las guíen para dar brillo a los escenarios nacionales.

 

 



miércoles, 23 de julio de 2025

CRÍTICA TEATRAL DE LIGIA ÁLVAREZ

"Los cuatro de Copenhague" Crítica de Ligia Álvarez 




La obra "Los cuatro de Copenhague" escrita por la dramaturga  zuliana Lolimar Suárez Ayala y dirigida por Luis Domingo González convoca a una honda reflexión sobre el  tema de  la vejez. Este montaje, preestrenado en la sala Román Chalbaud del teatro Alberto de Paz y Mateos el 10 de los corrientes, más que una representación es una vívida experiencia sobre los recuerdos, la soledad y los  sueños.


El texto de Suárez Ayala  aborda con sensibilidad la vida de cuatro ancianos en el asilo Copenhague, un lugar que, como dice uno de los personajes, los "escogió" a ellos. A través de diálogos, los personajes evocan  sus historias colmadas de recuerdos y sueños que no se han disuelto en el tiempo. La frase "el tiempo todo lo derrumba" es confrontada por la capacidad del teatro para resucitar el pasado de los ancianos, ofreciendo una fuerte oposición que enriquece el hilo dramatico.


El director Luis Domingo González demuestra su sello distintivo, optando por una puesta en escena minimalista pero cargada de significado. La simultaneidad de acciones es una característica destacada que no solo agiliza el ritmo, sino que también resalta la idea de que la vida continúa para cada personaje, incluso cuando no son el centro de la escena. Este recurso visual, combinado con la sencillez de los elementos escenográficos —cuatro pipotes, cuatro espacios—, permite que el foco se mantenga en las emociones y las interacciones de los personajes. El sutil movimiento de los objetos por los cuatro Vladimir multiplica la funcionalidad del espacio, aportando un dinamismo.


El trabajo actoral de Luis Enrique Torres, Gerardo Luongo, Anderson Figueroa y César Castillo logra transmitir la compleja dualidad de sus personajes: están solos, pero se acompañan mutuamente. La presencia de Irmary Mota como Rosa

María  reafirma la idea de que las quimeras alimentan la vida, mientras que la figura del cuidador, personificado por los jóvenes, funciona como un símbolo de la atención y la presencia que los ancianos necesitan.


El uso de la música de antaño, desde Leo Dan hasta la Billo's Caracas Boys, es  el motor  que impulsa la nostalgia de la audiencia y la conecta  con el universo de recuerdos de los personajes. De igual forma, el instante del juego  con los papagayos es  un elemento de belleza y simplicidad que le proporciona brillo poético a la puesta en escena.


En resumen, el director ha  interpretado la poesía de la dramaturga, permitiendo que la obra toque las fibras sensibles del espectador. El montaje convida a reflexionar  sobre el valor de la vida en todas sus etapas. Los aplausos de pie son, sin duda, un merecido reconocimiento para todos los involucrados en esta conmovedora producción. No queda más que invitar a disfrutarla. Estará en cartelera desde el 11 hasta el 28 de septiembre.



"Tómate una Pepa". Crítica

Ligia Álvarez






   

 En  julio de 2025, tuve la oportunidad de asistir a la penúltima función de La obra Tómate una pepa (de Lexotamil)  de José Gabriel Núñez. Estuvo  dirigida por Shonny Romero y se presentó en la sala "La viga" del Centro Cultural Chacao.

El espectáculo se inicia con un breve monólogo que recrea un interrogatorio policial a uno de los dos personajes femeninos. De esa manera podemos inferir que está siendo acusada de algo grave. En este punto la pieza se vale del recurso de la analepsis  para transportarnos al pasado y dar cuenta de los pormenores de lo acaecido.

     Tómate una pepa (de Lexotanil) refleja las relaciones conflictivas entre una madre, Olvido, y su hija Ausencia. En Olvido,  a diferencia de lo que evoca su nombre, existe una profunda nostalgia por un pasado marcado por el  bienestar económico que contrasta  con la escasez de recursos materiales de la actualidad.

    
Esas maravillas pretéritas, ahora ausentes son la excusa perfecta para convertirse en una adicta a los tranquilizantes. Vive en un eterno estrés por no tenerlos o porque se le acaben. El conflicto no es solamente por esto, la hija comienza a depender  de  los estupefacientes. Surge, entonces,  entre ellas una interminable lucha por ellos.
   

 Las actuaciones de Virginia Urdaneta y Stephanie Cardone cumplen  a cabalilidad con las exigencias de la obra. La dirección emplea acertadamente las  luces y música estridentes y demás  recursos técnicos para transmitir las emociones de los personajes, las transiciones y los cambios temporales.

     En resumen, el tema pone al descubierto la complejidad de las relaciones humanas cuando están signadas por los vicios. Pese al dramatismo de lo planteado, el humor está presente para cambiar la mueca del espectador a la sonrisa momentánea que finaliza con los aplausos.

8/09/2025


 


Diez minutos. Reseña

Ligia Álvarez


Diez minutos de Rafael García fue la obra ganadora del Premio Apacuana de Dramaturgia Nacional  2019. La pieza se estrenó el 20 de enero del año 2021. Es importante señalar que antes de esa fecha la Compañía Nacional de Teatro (CNT) la dio a conocer en formato audiovisual.

A mi parecer, Diez minutos es una obra posmoderna porque rompe con los cánones tradicionales.  Está dividida en tres actos y cada uno presenta tres escenas. Cuando leemos el texto, nos percatamos de que su formato se asemeja a un guion audiovisual. 

  En la obra desfilan diecisiete personajes.  El de mayor relevancia es Hombre I. Se encuentra en un lugar donde aguarda por algo que al principio se desconoce qué es. Posteriormente, descubrimos que ha tomado una importante decisión: dar fin a su vida. Por eso contrata los servicios de una empresa especializada en proporcionar las herramientas para alcanzar tan drástico objetivo.

  El hombre es visitado por varios personajes.  Los visitantes son la madre, un maestro, un sacerdote y una mujer que ejerce el oficio más antiguo de la humanidad, entre otros. La presencia de estos contactos nos permite darnos cuenta de que este individuo ha tenido una vida llena de desilusiones. Fue abandonado por su progenitora. Recibió maltratos por parte del maestro. Además, se nos revela que tiene un total rechazo hacia la religión, al punto de correr al sacerdote. La prostituta es quien toca temas de profundidad que lo hacen reaccionar hacia lo que podría ser su salvación. 

Según mi punto de vista, esta obra guarda intertextualidad con el texto teatral Prohibido suicidarse en primavera del dramaturgo español Alejandro Casona. En el mismo, los personajes acuden a un hospital donde supuestamente recibirán apoyo para morir. En realidad, es una apariencia. Lo que se busca en el sitio es la reconciliación con la vida por parte de “los pacientes". El mensaje es optimista.  Lo contrario sucede en Diez minutos. Ahí no hay reconciliación que valga.  Aun cuando, el mensaje podría calificarse como pesimista, nos permite reflexionar sobre la experiencia que denominamos vida.  

La obra en formato de video está disponible en el canal de YouTube de la CNT.  El elenco lo encabeza Omar Churión, acompañado por Ludwig Pineda, María Brito, Trino Rojas, Adriana León y Yurahy Castro. La Dirección de Arte está a cargo de León Padilla y la Dirección Artística de Luis Vicente González. El equipo humano conformado para hacer posible con éxito los aspectos técnico, producción, iluminación, música y escenografía realizó una excelente labor, materializada en la recreación minimalista de una atmósfera fría donde no se puede esperar otra cosa que no sea la muerte. (23 de Julio de 2025)


Crítica teatral sobre el espectáculo Yo soy Fedra

En el marco del Festival Internacional de Teatro Progresista 2025, La Galería de Arte Nacional abrió sus puertas para presentar el monólogo Yo soy Fedra del grupo El teatro La Morena de Uruguay. Dicha obra teatral cuenta con la dramaturgia y dirección de Marianela Moreno. Está actuada por Noelia Campos, con la colaboración del músico Lautano Moreno, quien con su guitarra eléctrica acompaña el sonido de una cinta que deja escuchar una melodía tipo rock latino. 

Este espectáculo conjuga la tragedia Fedra del dramaturgo francés Jean Racine, con una temática actual. Fedra es hija de Minos y Pasifae. Teseo se casa con ella en segundas nupcias. Sin embargo, su interés se centra en Hipólito, su hijastro. Como el joven no le corresponde, inventa una historia de violación. Teseo pide a los dioses un castigo para su hijo, el cual es concedido. Fedra se arrepiente y opta por el suicidio. Es esta una tragedia en la que la pasión, el destino, el arrepentimiento y la muerte están presentes.

Los temas de la tragedia clásica no tienen que ver con la temática de esta pieza. ¿Qué tiene en común la tragedia con la vida de una mujer contemporánea? Tal vez la vida de esta mujer es una tragedia, un drama diría yo. La envuelve la soledad, el amor que se termina con el matrimonio, y la pasión que ya no es correspondida, como el amor de Fedra que no encuentra su realización en Hipólito. Uno de los dramas que acongoja a las mujeres de hoy es el paso del tiempo. El cuerpo cambia, la belleza se marchita y si el amor no es fuerte pronto buscará otro rumbo. Eso le sucede a la Fedra de hoy. Está obsesionada por alguien que ya no la quiere.

  El recibimiento para los espectadores al entrar en la sala es el “no me quiere”, que el personaje canta una y otra vez. Mediante el rompimiento de la cuarta pared, invita al público a participar e involucrarse en su drama, incluso lleva hasta su lecho a un espectador. Mantiene la atención con el atrevimiento del semidesnudo como recurso para crear una atmósfera de intimidad, que a la vez sorprende, dentro de la escenografía que recrea su habitación conformada por una cama matrimonial, una peinadora, una lámpara y un espejo que le sirve para ver lo que no le gusta en su físico actual. En el lecho realiza unos movimientos que simulan una masturbación, que recrean el deseo sexual, la ausencia de pareja y la liberación de las tensiones que la soledad genera. 

Esta es una obra ligera, sin más pretensiones que hacer pasar al público un buen rato entre reflexiones concernientes a la vida de una mujer contemporánea. Se emplea la música y se entrega a los asistentes pitos, máscaras y collares hawaianos para hacerlos cantar y bailar con el propósito de bajar la tensión del drama de Fedra. 

En cuanto a la acústica, por no estar la puesta en escena en un teatro, sino en una sala de la galería, algunos parlamentos se pierden. Por eso creo que cuando una obra no se presenta en la sala teatral sino en otro espacio, se puede ganar y lamentablemente perder. Por eso es importante prestar atención al espacio escénico para que la obra crezca y no se disminuya.

Crítica teatral de Ligia Álvarez

La Quema de Judas: Crítica Teatral Por Ligia Álvarez     El pasado viernes 14 de noviembre de 2025, en el mar...