ENTRE AYER Y HOY
LIGIA ÁLVAREZ
(DIÁLOGO CREATIVO O PIEZA BREVÍSIMA PRODUCIDA POR MEDIO DEL EMPLEO DE LA ESCRITURA
AUTOMÁTICA)
Sala de un apartamento modesto. Se ven muebles sencillos algo
gastados por el tiempo y un aparador.
LETICIA: ¿Abuelita, por qué emigra la gente? ¿Por qué todos se
están yendo y el que no lo ha hecho dice que lo hará? En la escuela
son varios los niños que viven mi misma situación. Ellos dicen que
también se irán cuando crezcan si sus padres no los buscaran como
lo prometieron. ¿Abuelita, por qué permaneces callada?
ABUELA ALBA: Nieta, la verdad es que no sé que decir. No Tengo
respuesta. Por eso dejé que siguieras agregando preguntas, pero
mientras tú hablabas yo pensaba.
LETICIA: ¿En qué pensabas, abuelita? ¿En lo que yo te decía?
ABUELA ALBA: Por supuesto, pero también mis pensamientos volaban a
tiempos lejanos. ¿Sabes que mi familia también emigró?
LETICIA: ¿De veras?
ABUELA ALBA: Sí, pero dentro del país. Antes se decía que la
capital era la sucursal del cielo, mis padres lo creyeron y se vinieron
a la gran ciudad. Y ahora que recuerdo, yo nací en la frontera, porque
ellos se querían ir del país por vía terrestre. No pudieron porque a mis
abuelos, que iban con ellos, les dio fiebre amarilla, que en ese tiempo
era muy común. Mi abuela se salvó, pero mi abuelo no tuvo igual
suerte. Ya sin dinero y con aquella muerte a cuesta, regresaron. Al
cabo de un tiempo, decidieron venirse a la capital. Creyeron que la
vida sería más fácil.
LETICIA: ¿Y no fue así, abuelita?
ABUELA ALBA: No fue más fácil. Fue difícil y con eso te lo digo
todo. La verdad es que no quiero entrar en detalles de lo que
sufrieron porque no quiero que me veas llorar.
LETICIA: Lloramos las dos juntas, abuelita.
ABUELA ALBA: No, nieta, ya te dije que no quiero llorar. Tú sabes bien
el estado en que está tu abuelo, si me ve llorar o nota que lo hice,
se sentirá peor.
LETICIA: (Desconsolada) Mamá y papá se fueron ya hace un
año. Dijeron que me buscarían. Creo que nunca será así.
ABUELA ALBA: Leti, tienes que seguir teniendo paciencia. Ellos no
te han venido a buscar porque no han podido y estoy segura de que en
cuanto puedan vendrán por ti. ¿Tanto te molesta estar con estos
viejos?
LETICIA: Para nada, tú lo sabes. Es más te diré, abuelita que
cuando vengan a buscarme mis padres me dolerá mucho dejarlos a
ustedes. Ojalá pudieran irse también.
ABUELA ALBA: Eso es imposible. Las raíces están aquí: la casa, el
terrenito, la casita del playón...los restos de mis padres y de mi
hijo menor. No pienso abandonar nada. Además puede suceder que yendo
para allá tu abuelo o yo nos quedemos en el camino. Eso lo que va a
traer es más problemas, por eso prefiero quedarme aquí viviendo con
lo poco que mandan tus papás.
LETICIA: Abuelita, te veo tan flaquita.
ABUELA ALBA: Esa es la edad, Leti. Los viejos adelgazamos.
LETICIA: Y más si no se come completo, ¿verdad? ¿Abuelita, por qué
no desayunas?
ABUELA ALBA: Nunca me ha gustado desayunar.
LETICIA: ¿Estás segura? Yo recuerdo que cuando era chiquita
teníamos unos desayunos memorables.
ABUELA ALBA: Eso es lo que recuerdas. En los recuerdos todo es
hermoso, mejor... abundante y hasta memorable, como tú dices.
LETICIA: No solamente son recuerdos tergiversados por mi memoria. Ya
va. (Busca en la gaveta del aparador) Aquí está esta foto de
cuando yo tenía siete años. Mira esa mesa, esos platos,
las tazas y vasos. Mira lo que contienen, y lo mejor: observa las caras de todos nosotros,
alegres, dichosos, ahí estaba mi tío, tu hijo menor. Eso fue unas
semanas antes de que aquella bala perdida lo matara...ahí estaban
mis padres. Éramos felices.
ABUELA ALBA: Leti, aunque no lo creas soy feliz porque te tengo a mi
lado. Eres la alegría de esta casa.
LETICIA: ¿Abuela, por qué no respondes mi pregunta? ¿Por qué la
gente emigra?
ABUELA ALBA: Está bien te respondo: buscan lunas, estrellas y soles que no encuentran aquí.
Pero la vida es así, unos se van y otros permanecen para cuidar los luceros que quedan. Tal vez, en unos cuantos años decidan regresar y
aquí estaremos estos dos viejos velando y dando brillo a lo poco que dejaron para
unirlo a las luces que traerán. Alguien se tiene que quedar, porque si no
es así, ¿quién va a cuidar la casa? El abandono es la muerte y tus ancianos abuelos no pueden permitir que el fuego se termine de extinguir, siempre tiene que quedar una llamita encendida, de otra manera sería el fin.
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