domingo, 11 de noviembre de 2018

ENTRE AYER Y HOY, OBRA BREVÍSIMA DE LIGIA ÁLVAREZ PRODUCIDA A TRAVÉS DE LA TÉCNICA DE LA ESCRITURA AUTOMÁTICA.





ENTRE AYER Y HOY
LIGIA ÁLVAREZ
(DIÁLOGO CREATIVO O PIEZA BREVÍSIMA PRODUCIDA POR MEDIO DEL EMPLEO DE  LA ESCRITURA AUTOMÁTICA)

Sala de un apartamento modesto. Se ven muebles sencillos algo gastados por el tiempo y un aparador.

LETICIA: ¿Abuelita, por qué emigra la gente? ¿Por qué todos se están yendo y el que no lo ha hecho dice que lo hará? En la escuela son varios los niños que viven mi misma situación. Ellos dicen que también se irán cuando crezcan si sus padres no los buscaran como lo prometieron. ¿Abuelita, por qué permaneces callada?

ABUELA ALBA: Nieta, la verdad es que no sé que decir. No Tengo respuesta. Por eso dejé que siguieras agregando preguntas, pero mientras tú hablabas yo pensaba.

LETICIA: ¿En qué pensabas, abuelita? ¿En lo que yo te decía?

ABUELA ALBA: Por supuesto, pero también mis pensamientos volaban a tiempos lejanos. ¿Sabes que mi familia también emigró?

LETICIA: ¿De veras?

ABUELA ALBA: Sí, pero dentro del país. Antes se decía que la capital era la sucursal del cielo, mis padres lo creyeron y se vinieron a la gran ciudad. Y ahora que recuerdo, yo nací en la frontera, porque ellos se querían ir del país por vía terrestre. No pudieron porque a mis abuelos, que iban con ellos, les dio fiebre amarilla, que en ese tiempo era muy común. Mi abuela se salvó, pero mi abuelo no tuvo igual suerte. Ya sin dinero y con aquella muerte a cuesta, regresaron. Al cabo de un tiempo, decidieron venirse a la capital. Creyeron que la vida sería más fácil.

LETICIA: ¿Y no fue así, abuelita?

ABUELA ALBA: No fue más fácil. Fue difícil y con eso te lo digo todo. La verdad es que no quiero entrar en detalles de lo que sufrieron porque no quiero que me veas llorar.

LETICIA: Lloramos las dos juntas, abuelita.

ABUELA ALBA: No, nieta, ya te dije que no quiero llorar. Tú sabes bien el estado en que está tu abuelo, si me ve llorar o nota que lo hice, se sentirá peor.

LETICIA: (Desconsolada) Mamá y papá se fueron ya hace un año. Dijeron que me buscarían. Creo que nunca será así.

ABUELA ALBA: Leti, tienes que seguir teniendo paciencia. Ellos no te han venido a buscar porque no han podido y estoy segura de que en cuanto puedan vendrán por ti. ¿Tanto te molesta estar con estos viejos?

LETICIA: Para nada, tú lo sabes. Es más te diré, abuelita que cuando vengan a buscarme mis padres me dolerá mucho dejarlos a ustedes. Ojalá pudieran irse también.

ABUELA ALBA: Eso es imposible. Las raíces están aquí: la casa, el terrenito, la casita del playón...los restos de mis padres y de mi hijo menor. No pienso abandonar nada. Además puede suceder que yendo para allá tu abuelo o yo nos quedemos en el camino. Eso lo que va a traer es más problemas, por eso prefiero quedarme aquí viviendo con lo poco que mandan tus papás.

LETICIA: Abuelita, te veo tan flaquita.

ABUELA ALBA: Esa es la edad, Leti. Los viejos adelgazamos.

LETICIA: Y más si no se come completo, ¿verdad? ¿Abuelita, por qué no desayunas?

ABUELA ALBA: Nunca me ha gustado desayunar.

LETICIA: ¿Estás segura? Yo recuerdo que cuando era chiquita teníamos unos desayunos memorables.

ABUELA ALBA: Eso es lo que recuerdas. En los recuerdos todo es hermoso, mejor... abundante y hasta memorable, como tú dices.

LETICIA: No solamente son recuerdos tergiversados por mi memoria. Ya va. (Busca en la gaveta del aparador) Aquí está esta foto de cuando yo tenía siete años. Mira esa mesa, esos platos, las tazas y vasos. Mira lo que contienen, y lo mejor: observa las caras de todos nosotros, alegres, dichosos, ahí estaba mi tío, tu hijo menor. Eso fue unas semanas antes de que aquella bala perdida lo matara...ahí estaban mis padres. Éramos felices.

ABUELA ALBA: Leti, aunque no lo creas soy feliz porque te tengo a mi lado. Eres la alegría de esta casa.

LETICIA: ¿Abuela, por qué no respondes mi pregunta? ¿Por qué la gente emigra?

ABUELA ALBA: Está bien te respondo: buscan lunas, estrellas y soles que no encuentran aquí. Pero la vida es así, unos se van y otros permanecen para cuidar los luceros que quedan. Tal vez, en unos cuantos años decidan regresar y aquí estaremos estos dos viejos velando y dando brillo a lo poco que dejaron para unirlo a las luces que traerán. Alguien se tiene que quedar, porque si no es así, ¿quién va a cuidar la casa? El abandono es la muerte y tus ancianos abuelos no pueden permitir que el fuego se termine de extinguir, siempre tiene que quedar una llamita encendida, de otra manera sería el fin.


jueves, 20 de septiembre de 2018

VISITA INDESEADA (Microrrelato dialogado)


Ligia Álvarez



Nueva York, Madrid, Londres, Lisboa, París, Roma, Ciudad de México, Tokio, Delhi, Calcuta, Sao Paulo.
El anuncio promocional de la agencia turística invita a todos estos lugares del mundo. Por unos segundos largos, la anciana observa el cartel ilustrado con la imagen de una playa paradisíaca. Más allá del vidrio se encuentran la recepcionista y la agente de turismo.
Ahí está de nuevo esa señora.
¿Y que esperabas? Viene semanalmente.
Siempre es el mismo cuento. Que le reserve para Europa, Asia , América o para cualquier sitio que se le ocurra. Al principio caí pero ya la conozco.
Menos mal que tú conoces tu ganado.
¿Sabes qué? Hoy no tengo ganas de lidiar con ella. Dile que no estoy.
¿Y si dice que te va a esperar? Tú sabes que es capaz de plantarse aquí todo el día.
Le dices que no vendré hoy, o mejor dile que tomé vacaciones vencidas y que no regresaré hasta el año que viene. ¡Mira, ya va a entrar! Me voy a la oficina del fondo.
La agente se va y la anciana entra.
Buenos días, mi niña.
Buenos días. ¿Y usted como amanece?
Excelente. ¿Francis no ha llegado? Veo su escritorio vacío.
No, no ha llegado ni llegará. Tomó vacaciones vencidas.
¡Qué lástima! Quería que me reservara vuelo para Londres. Mi hijo me mandó el dinero. Estoy tan emocionada. Finalmente lo veré después de cinco años.
La felicito pero ya le dije: Francis no vendrá. Le recomiendo que vaya a la agencia ubicada frente a la plaza, ahí  podrá no solo reservar sino comprar el pasaje.
Bueno, está bien. No tengo otro remedio. Mi hijo quiere que viaje lo mas pronto posible. Que pases buen día, mi niña y si hablas con Francis dile que deseo que disfrute mucho sus muy merecidas vacaciones.
Pero oiga, ¿por qué no le dice a su hijo que le mande por internet el pasaje electrónico de una vez? Eso se puede hacer y así usted se evita trámites engorrosos.
Mi hijo siempre está ocupado. En esos países no tienen tiempo de nada. Es casi un esclavo. Eso es aquí, que hay tiempo para todo. Apenas tuvo unos minutos para hacerme el depósito desde allá. Bueno mi niña, no te quito más tiempo, voy a donde me dijiste.
La anciana Sale.
¡Ya puedes salir, Francis! No hay moros en la costa.
Francis Sale de su escondite.
Uy me salvaste la vida. La verdad es que hoy no tengo paciencia para aguantar a esa señora.
La anciana entra de repente.
Olvidé preguntarte algo, mi niña. ¡Francis!¿No estabas de vacaciones? Ah ya entendí, no te preocupes. No te molestaré más. ¡Cuando uno es viejo estorba en todas partes!
La anciana se marcha para siempre.

jueves, 13 de septiembre de 2018

UN MICRORRELATO NO TAN MICRO



LIGIA ÁLVAREZ
UN MICRORRELATO NO TAN MICRO

El octogenario había decidido sentarse en la plaza hacía unos pocos minutos. Al principio, el lugar estuvo solitario pero de repente comenzaron a llegar los visitantes habituales: los que esperaban que abrieran la cafetería para degustar el primer café del día y las señoras de la agrupación de bailoterapia que aguardaban a sus compañeras retrasadas para iniciar las actividades. Lo novedoso aquella mañana lo constituían  los jóvenes equipados de cámaras, claqueta, tripoide, y demás artilugios para filmar escenas de una película. A todos se les notaba el entusiasmo. 

En el grupo desentonaba una mujer de mediana edad, que recibía instrucciones por parte del director, un mozuelo muy al estilo de Alfred Hitchcock o Román Chalbaud. Con seguridad, sería una actriz frustrada que con los años estaba cumpliendo su sueño, o quizás una jubilada de alguna profesión que nunca antes había actuado en un medio audiovisual y en ese momento le surgía la oportunidad de quedar inmortalizada gracias al séptimo arte. La actriz comenzó a caminar rodando un carrito de mercado de un extremo a otro de la plaza. Hubo que repetir la escena en la que pasaba por el frente de la iglesia y se persignaba porque una transeúnte, al ver las cámaras, saludó a una de ellas y ahí se rompió toda la magia.

El anciano evocó los tiempos cuando había sido actor de cine. Fueron muchas películas, en el presente perdidas en el olvido, en las que actuó. Estos jóvenes: director,  asistentes, productores, asesores, camarógrafos y maquilladores no lo conocían. El tiempo lo había maltratado sin piedad. Su vida transcurría en un cuarto de vecindad, entre paredes sucias y agrietadas. Inclusive, él mismo había dejado extraviar en su mente aquellos momentos de esplendor. ¿Quién lo podía reconocer ahora? El deterioro físico producto de los excesos de antaño lo impedía. Además, pocas veces salía de su pieza. Ni los vecinos sabían de aquel pasado de estrella. 

El sol excesivo hizo su trabajo y decidió dejar la plaza y los recuerdos. Ya se iba cuando la actriz del carrito de mercado, quien se hallaba disfrutando de un breve descanso, se acercó a él y le preguntó: ¿usted no es Ernesto Sierralta? Sin esperar respuesta, exclamó: ¡Claro que lo es! Nunca lo olvidé. ¡Muchachos, vengan a conocer a una leyenda del cine de nuestro país!


martes, 4 de septiembre de 2018

Teatro radial: Lo que dejó la tempestad

Teatro radial: fragmento de Lo que dejó la tempestad del dramaturgo venezolano César Rengifo.

Voces: María Milagros Sabetta, Carlos Manrique, Laura Marquina, María Fernández y Ligia Álvarez.

Enlace:
http://albaciudad.org/wp-content/uploads/2015/05/LoQueDejoLaTempestad.mp3


lunes, 27 de agosto de 2018

RECUERDOS Microrrelato de Ligia Álvarez


 RECUERDOS
De pie en la vereda, mientras caza estrellas y olfatea el aroma de una rosa reseca, la mujer, a ratos, posa la mirada en el cauce del río que transporta memorias de sonrisas rancias. Las aguas heladas rocían sus pies. Decide devolver la flor a la tierra y entrar a su refugio. Pretende preparar un consomé de los que serenan el alma. Se detiene en la entrada de la casa, y concentra la mirada en la  imagen del cuadro: la joven olfateando el capullo marchito y mirando el río que le roba los recuerdos.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Tres microrrelatos de Ligia Álvarez



PERFIDIA


En todo ese tiempo nunca escuché el rumor de las olas. Únicamente, percibí el ruido alevoso de los pájaros. Aquella embarcación oxidada, anclada en la arena como un trozo seco de barro no era otra cosa que una catacumba. El verdugo, seguro de que había acabado con todos, se alejó. Ahí, yacían exánimes mis padres y hermanos, pero para su pesar, si se hubiera dado cuenta, yo sobreviví. El único objetivo que vislumbraba mi cerebro era buscar ayuda. Salí con los penosos movimientos que la herida me permitió. Me arrastré en la arena hasta alcanzar una choza para solicitar el auxilio, que era como el agua que necesitaba el sediento. En aquel yate derruido la niñez naufragó.


 MAQUILLADORA 






Cuando crucé la frontera para reencontrarte, no pensé desviar el camino. Todo comenzó cuando pasajeros y conductor tuvimos que abandonar el vehículo después de que unos hombres armados detuvieron su marcha. 
  — ¿Quién maquilla aquí?—preguntó uno de ellos—.  
—Yo—traspasando la raya entre el temor y el pánico, respondí—.  
Dos de los hombres ordenaron seguirlos hasta una casucha perdida en la selva. Señalando un cuerpo que yacía en un deteriorado catre, el más joven pidió: —Queremos que ella parezca como si no estuviera... y ponle esta peluca. 
Me acerqué al lecho: rostro pálido, veinte años, quizás. Busqué en mi morral los colores. Siempre, asumí el oficio para celebrar la vida, nunca para lisonjear la muerte. Acaso, sería esta la primera vez.

¿EL SELLO DE SU VIDA?


Estuvo dispuesto a dar lo que fuera por ese sello. En ese momento, tan sólo era necesario subir. La estampilla representaba el retiro en su trayectoria de coleccionista. Ascendió la vieja escalera ocre. Los trastes polvorientos le dieron la bienvenida al altillo. No tuvo que perder tiempo porque sobre la antigua mesa colonial era visible el cofre de las rúbricas. Revisó cientos de ellas hasta que exclamó:
—¡Por fin te tengo!
Con lo que no contó jamás fue que su viejo corazón de ochenta y nueve años no resistiría la emoción. Unas horas después, fue encontrado inerte en el piso del desván de la casa ajena, apretando la última pieza de su colección incompleta.

martes, 12 de junio de 2018

Más perdida que el hijo de Lindbergh. Significado en Venezuela.



Más perdida que el hijo de Lindbergh

Recuerdo que cuando estudiaba primaria en la inolvidable escuela"La Divina Pastora", mi también imborrable maestra Marina Angulo, en varias ocasiones cuando  me encontraba distraída, cotorreando con alguna compañerita o sumida en mis sueños, ella, para hacerme aterrizar, me preguntaba sobre el tema que estaba tratando en el momento. Cuando respondía alguna incoherencia para salir del paso, me decía: "Ligia, estás más perdida que el hijo de Lindbergh"
En los años de mi niñez, dicha expresión se solía emplear para referirse a alguien que no tenía la menor idea de dónde estaba parado, se encontraba distraído o que simplemente ignoraba algo. Pero, ¿quién fue el hijo de Lindbergh? Charles Augustus Lindbergh Jr. fue  el hijo del célebre aviador estadounidense Charles Lindbergh y de su esposa, Anne Morrow Lindbergh. Lo secuestraron a la tierna edad de diecinueve (19) meses. El secuestro ocurrió el 1ro de marzo de 1932, en Nueva Jersey. No tuvieron noticias del niño hasta el mayo siguiente,  cuando se encontró el cadáver de un pequeño cerca de la residencia de los Lindbergh. Después de un rápido reconocimiento, se determinó que el cuerpo era de Charles. Un carpintero de nombre Bruno Hauptmann se hizo sospechoso y  fue encontrado culpable y sentenciado a muerte. La evidencia encontrada en poder de Hauptmann, (15.000 dólares de los 50.000 que se habían pedido como rescate)lo señalaba como uno de los responsables del delito. Después, han surgido otras evidencias que ponen en duda si la decisión fue la correcta: dos hombres han declarado ser Charles Augustus. Esa es otra historia.
Ahora bien, ¿por qué en los 70, estaba tan popularizada la expresión que da título a esta nota? La respuesta es simple.Tuvo tanta repercusión mundial tal crimen de los 30, que en la época de mi infancia con frecuencia, se empleaba la  expresión. La juventud de hoy no conoce la historia, por eso la cuento.





domingo, 22 de abril de 2018

Entrevista a Ligia Álvarez en El Universal (Transcripción)

ENTREVISTA DEL 21 DE MARZO DE 2018 EN SUPLEMENTO
CERTERA EDAD DE 
EL UNIVERSAL




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Caracas, Miércoles 21 de marzo de 2018

SUPLEMENTO CERTERA EDAD

PERSONAJE

LIGIA ÁLVAREZ

NACÍ PARA SER DOCENTE

A sus 57 años anhela publicar sus obras teatrales Sucedió una noche y Teresa con sabor a Frufrú.

 ELENA SOTO ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

—¿Docencia o dramaturgia?

Las  dos  actividades  son  relevantes  para  mí.  Me  formé como  docente  en  la  Universidad  Pedagógica  Experimental Libertador (UPEL) de Caracas. La docencia es una profesión para la cual se debe tener vocación y yo la tengo. De ninguna manera  se  contradice  con  la  otra  pasión  que  tengo  que  es  la escritura,  en  especial  la  dramaturgia.  Por  fortuna,  en  los actuales  momentos  estoy  conjugando  ambas  porque  soy personal  académico  de  la  Universidad  Experimental  de  las Artes.   (UNEARTE)   y   ahí   facilito   la   unidad   curricular Dramaturgia.  Sin  embargo,  existe  una  gran  diferencia  entre enseñar un idioma extranjero y dramaturgia. Cuando enseñas inglés  en  un  país  donde  la  lengua  materna  es  el  castellano, debes  seguir  patrones  muy  puntuales  en  la  metodología,  es preciso   repetir   y   sin   poder   evitarlo   se   hace   un   poco mecánico. En cambio, cuando se trata de dramaturgia siento mayor libertad porque se comparten experiencias. Cuando  escribo  un  texto  teatral  me  entusiasma  pensar  que puedo  dejar  una  creación  para  que  sea  leída  y  montada  por generaciones  futuras.  Y  no  digo  que  por  las  generaciones presentes, porque existe en ellas un gran desprecio por lo que se  escribe  en  el  país,  sobre  todo  si  los  escritores  no  son conocidos.

—¿Cuál fue la mayor lección que le dio la vida?

Que  nada  es  eterno  en  la  vida  como  dice  la  canción.  Lo aprendí a los 24 años cuando murió mi abuelo.

 

—¿Reescribiría su vida?

Así  como  cuando  escribimos  en  la  computadora  y  nos equivocamos  o  no  nos  gusta  lo  que  escribimos,  así  me gustaría   poder   tener   el   poder   de   borrar   ciertos   errores cometidos por mí. Que quede claro solamente ciertos errores, lo demás que quede igual.

—¿A qué le teme?

A  la  muerte  de  mis  seres  queridos,  o  que  algo  malo  les ocurra como un accidente, o que sufran o se enfermen o que ellos  cometan  errores  irremediables  y  se  dejen  llevar  por  la ira.

—¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?

“Estudia hijita, estudia”. Ese es el consejo que siempre mis  abuelos  y  mi  madre  me  daban.  Yo  tomé  en  serio  esas palabras,  a  pesar  de  que  en  nuestro  país  no  se  premia  el estudio.

—¿Qué significa el erotismo para usted?

Tiene que ver con el amor espiritual y el amor físico, Es el juego  con  la  sensualidad  y  la  sexualidad.  Es  importante manejar  bien  el  erotismo  en  la  escritura.  Los  cinco  sentidos ejercen  un  rol  fundamental.  Es  necesario  tener  clara  la diferencia entre el erotismo y la pornografía.

—¿Existe la mala dramaturgia?

Pienso  que  sí.  Siempre  existe  calidad  y  ausencia  de  la misma.  En  el  caso  de  la  mala  dramaturgia,  es  aquella  cuyo objetivo  es  producir  fácilmente  risa  y  otras  reacciones  por medio   de   la   vulgaridad, la   falta   de   creatividad   y   el amarillismo cuyo fin último es la ganancia en la taquilla.

—¿Sigue  considerándose  una  nueva  voz  en  la  dramaturgia venezolana?

Mientras  tu  voz  no  sea  escuchada  o  esté  en  la  sombra, seguirá siendo una voz nueva así tenga cien años.

 

Descubriendo a la mujer a través de sus gustos

 

Una comida • El pabellón criollo “con bastante picante es el cielo para mí”.

 

Un lugar • El Paseo Orinoco de Ciudad Bolívar. “Lo visitaba cada  agosto con  mi  madre,  mis  abuelos y  mis  hermanas.  La última vez  que  estuve  por  allá  fue  en  1985  en  compañía  de mi esposo y mi abuela”.

 

Un libro • Cien años de soledad.

 

Una  fecha    El  18  de  junio  de  1937,  “el  maravilloso  día cuando nació mi madre Ligia del Carmen".

 

 


miércoles, 7 de febrero de 2018

Consejos de fábula: Seamos como la hormiga




CONSEJOS DE FÁBULA

SEAMOS COMO LA HORMIGA

CONSEJERA: LIGIA ÁLVAREZ 

Desde que nacemos vivimos en crisis. Se denomina así un momento en el cual se agudiza una situación problemática. Se manifiesta porque determinado elemento escasea o desaparece completamente. Ese elemento puede ser comida, medicina, pasión, amor, dinero, bienestar general y un largo, largo etcétera. Cuando estamos en crisis, abunda la desesperanza, el pesimismo, el hambre, en fin, el malestar. Al experimentar la crisis, percibimos el empeoramiento de las condiciones de vida del ser humano.
Es necesario estar preparados para la crisis. No nos podemos adelantar al futuro porque no ha llegado, pero si se vive de manera adecuada hoy, y se llega al mañana con estabilidad y tranquilidad, nada material faltará.
La fábula de la hormiga y la cigarra de Esopo ejemplifica cómo debería ser nuestra vida. La cigarra siempre se divertía y gozaba de lo que la vida le ofrecía. Vivía el aquí y el ahora. No es malo divertirse. Tampoco es malo vivir el aquí y el ahora. Lo negativo, en el caso de la cigarra es que ella no tenía ninguna responsabilidad, ni con ella, ni con los demás. No trabajaba porque pensaba que la vida era un carnaval. Consideraba que debía reír, bailar, cantar pero el tiempo no le alcanzaba para laborar. La hormiga se comportaba de manera diferente.  Durante la estación seca, no hacía otra cosa que prepararse para las lluvias. Recogía partículas de comida y las iba acumulando. Su casa se llenó de hojitas, paja, trozos de frutas y migajas de alimentos. En la época de invierno, estaría protegida y de nada carecería. La cigarra la veía y se burlaba. Muchas veces le gritaba: —Ven a gozar, tonta. La vida es para divertirse. La hormiga no le hacía caso y seguía con su labor diaria.
Un día no muy lejano, llegaron las lluvias. La cigarra se halló a sí misma desprovista de lo básico. Por su lado, la hormiga tenía lo necesario para afrontar el frío y las lluvias.
Se debe seguir el ejemplo de la hormiga. Es preciso trabajar no únicamente para abastecerse en el presente sino pensando en el futuro. Una forma de reservarse un excelente porvenir es ahorrando o invirtiendo, según sea el caso.  Aunque sea poco, hay que hacerlo. Economizar dinero y cuidar lo que se posea son acciones imprescindibles. En el momento de la crisis, nos lo vamos a agradecer a nosotros mismos. Comportémonos como la hormiga y nos irá bien.


Texturas. Voces femeninas del teatro venezolano contemporáneo (2)

  Texturas. Voces femeninas del teatro venezolano contemporáneo (2)